[...] El escritor se enfrenta al formidable guirigay del aula con un formulario buenos días, pero apenas recauda tres o cuatro saludos. Hace muchos años los estudiantes se levantaban con aire marcial al entrar el profesor en clase, casi se cuadraban, como ante un sargento de caballería, pero ahora hay que forcejear un rato hasta aplacar el alegre bullicio. Además, este sol radiante de mayo pone en ebullición las hormonas quinceañeras. Una excesiva campechanía -oye, tú, profe- se ha llevado por delante el saludo y la despedida, el pedir las cosas por favor, el dar las gracias..., que son formulismos, sí, pero predisponen al trato amable y atenúan los impulsos de violencia verbal. El animador vuelve a la carga: Niños, buenos días. Y pregunta, provocador: ¿niños?, ¿sois niños?
-¡Nooo! -vocean a coro.
-¿Jóvenes? Callan. Dura pregunta existencial: tú quién eres.
Definir(se) no es fácil. [...]
-Somos adolescentes -responde la más estudiosa de la clase. Adolescente fui en días idénticos a nubes..., decía en el exilio el poeta Luis Cernuda, que se definía como español sin ganas. A los catorce años la personalidad es tangible e intangible, dinámica y cambiante, muy poco acrisolada, pero ahora la adolescencia es tan efímera como la flor azul del jacarandá que se ve en el patio. De niña, a mujer, y de crío, al botellón.
El escritor está de acuerdo en que son adolescentes, que están en la ruidosa edad del pavo, cua cua, pero un mancebo de la tercera fila aporta una definición colectiva.
-Somos frikis. -Durante casi una hora el animador les entretiene como puede y lee unas páginas que escuchan con atención.
Hay que recuperar en las aulas la lectura en voz alta, la magia emocionante de la palabra, como cuando de niño te leían Pulgarcito en la cama, aunque sólo sea para contrarrestar la cháchara y el chapurreo que vomita la televisión. Suena el timbre, los adolescentes salen de estampida y el animador desea llegar a casa para enterarse en wikipedia qué es un friki.
La palabra viene del inglés freak, en el sentido de raro, estrafalario, fanático, y se aplica a la tribu juvenil apasionada por el ordenador, el cómic, la ciencia ficción..., pero, en general, define a cualquier persona obsesionada con un tema o una afición. Qué bien, yo también soy un friki, ¿y quién no lo es, a su manera?
Justo este pasado jueves, 29 de mayo, los geek, que son los más exaltados, nos animaron a celebrar el día del orgullo friki.
En Levante de Valencia sección opinión Por Eduardo Alonso 27 mayo 2006.
03 junio 2006
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