Una reflexión acerca del "papel" de las fotocopias en el mundo de la lectura actual:
“Aparentemente –dice Tirzo– no existe diferencia entre leer un libro o leerlo a través de la fotocopia, la persona que lo hace no piensa si lee la obra en sí misma o lee su copia fiel, en cierto sentido es lo mismo, las ideas se captan igual”. Pero no es así; él mismo reconoce que a pesar de su lado práctico, la fotocopia, tal como se usa, tiene sus limitaciones. Algunas de ellas podrían ser las siguientes: generalmente se trata de partes del libro, lo que descontextualiza la lectura; muchas veces no se tiene el cuidado de anotar los datos completos, por lo que el estudiante no llega a conocer el nombre del libro, ni del autor, ni el año de edición, ni nada; los cursos se arman, entonces, de retazos de libros fotocopiados, diferentes en estilo y enfoque unos de otros; la fotocopia no es fácil de guardar y con el paso del tiempo –a diferencia de lo que sucede con el libro– se convierte en algo que no se desea conservar; y, en última instancia, dice románticamente Tirzo, lo que se lee no huele a tinta, sino a tonner.
En: Jorge Tirzo Gómez. La lectura de la modernidad. UPN. México, 2001. Fuente: Ecos de la Costa, 23, 10, 2006, Por Rubén Martínez González
23 octubre 2006
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