03 abril 2006

Para leer, es indispensable sentir la necesidad de hacerlo…


“Para trabajar en clase, lo importante es que haya presente una necesidad a partir de la cual sea indispensable leer”. Me llamó mucho la atención esta introducción del texto de Roxana Antuña que circuló en la lista hace poco y me inspiró a reconstruirla para afirmar que para leer es indispensable sentir la necesidad de hacerlo.

Cuando la lectura se vuelve un hábito tan fuerte en la vida de un niño o de una niña que llega incluso a convertirse en una necesidad, ha nacido al mundo un nuevo lector o lectora. ¿Cómo sucede? ¿Cómo nacen los lectores?

Cuando en casa leemos constantemente con nuestros hijos y además ellos observan que no puede llegar hoja a nuestras manos sin que nos quedemos leyéndola, pasar cerca de la librera y sentir la necesidad de hojear al menos un libro se vuelve tan natural como lavarse las manos y desear quedarse jugando con el agua. Si leer es parte de sus actividades diarias, el niño o la niña sabe que en los libros encuentra personajes que le divierten, le atraen, le asustan o le simpatizan y por eso no aguanta la tentación de leer aunque sea unas cuantas páginas en cualquier rato que puede. ¿Y la Internet? Hay tantas páginas con hermoso material infantil en la red, que los niños y las niñas que lo han visitado alguna vez con sus padres, con seguridad al pasar cerca del computador harán la petición “¡Busquemos un cuento (o una canción) en Internet!” Es un deseo fuerte: una motivación enorme por explorar mundos fantásticos.

Además, ¿qué niño o niña se resiste a averiguar secretos y descubrir objetos que no ha visto antes? Dar a un niño o a una niña la caja de los objetos que guardamos desde hace tiempo como recuerdos es sin duda la mejor experiencia lúdica que podamos ofrecerle. Para los amantes del buen comer, sería como invitarles al más importante festival gastronómico del mundo. Para los niños y las niñas significa abrirles la puerta a un mundo de imaginación en el que cualquier cosa que tomen puede transportarlos a épocas diferentes o servirles para recrear sus propias ideas. De igual manera, leer con los niños y las niñas un libro es como abrirles una caja con objetos guardados: nuevos personajes, nuevos lugares, nuevas aventuras para dejar volar la imaginación y para jugar con entera libertad.

Curiosear, investigar, descubrir, aprender son necesidades básicas de los niños y de las niñas. Cuando preguntamos, por ejemplo, qué le pasó a Pinocho, al Patito Feo, a Plimp y a Plomp, etc. y los invitamos a averiguarlo, su necesidad por saber se activa y los libros se convierten en satisfactores de esa necesidad. Si aprovechamos las preguntas de nuestros hijos para retarlos a buscar las respuestas en los libros, la identificación con ellos como fuentes de conocimiento se fortalece. “¿Mamá, papá qué es un pingüino?” “Es un ave muy noble que vive en el Antártico. ¿Sabes qué hay ahí? ¿Quieres ver unas fotografías? Veamos… en este libro dice que… ¿Quieres saber qué hace ‘Tino, el Pingüino’?”

Sentir la necesidad de leer y de que no termine el día sin haber leído más de algún escrito significa ser lector; cuando nuestros hijos no pueden dormirse sin haber leído al menos un cuento, habremos traído al mundo un lector más.

1 comentario:

Tao dijo...

"Sentir la necesidad de leer y de que no termine el día sin haber leído más de algún escrito significa ser lector.."
Que bien a cada día su lectura entonces.
!Gracias Mónica!