24 marzo 2006

Los pájaros de Sofia miran al corazón


Nuestra amiga Lelia de Bariloche, nos envía un poderoso llamado a la libertad de expresión, esa que sale del alma y termina dejando huella en el corazón de quienes nos amán..

Sofía de Ruth Kaufman

"Los sábados eran días especiales en casa de Sofía. La mamá cocinaba galletitas de coco, de chocolate y de miel. Un olor riquísimo inundaba la casa y Sofía se moría de ganas de comerse el aire.
Pero cuando sacaban las galletitas del horno, apenas si probaban una o dos y enseguida las guardaban en una lata azul y roja para el día siguiente.
La mamá planchaba la ropa que se pondrían al otro día, y si le quedaba tiempo iba a la peluquería.
Sofía, en cambio, se pasaba la tarde entera dibujando. A la nochecita acomodaba todos los dibujos sobre el piso de la cocina y elegía uno, sólo uno, para el día siguiente.
El domingo se levantaban temprano, tan temprano que en invierno todavía era de noche. Sofía se vestía en un santiamén; su mamá, en cambio, estaba horas arreglándose el vestido, peinándose, ensayando sonrisas con los labios pintados.
Primero tomaban un ómnibus, después un tren, luego otro ómnibus y al final caminaban. Por la calle se cruzaban con otras mujeres con niños que iban, como ellas, de visita a la cárcel.
Ese domingo las revisó, como siempre, una mujer policía. Les hizo sacarse la ropa, dio vuelta la cartera de la mamá, abrió la lata, metió los dedos entre las galletitas. También agarró el dibujo de Sofía.
Se quedó unos segundos mirándolo, luego sacó un bolígrafo y tachó, uno por uno, todos los pajaritos que volaban en el papel.
–Está prohibido dibujar palomas –dijo y le devolvió a Sofía un papel lleno de cruces negras.
Ellas atravesaron el pasillo de la cárcel y entraron en la pieza donde las esperaba el papá. Se llenaron de besos, charlaron, comieron las galletitas de coco, de chocolate y de miel. Por primera vez, Sofía no llevaba ningún dibujo de regalo.
Al sábado siguiente Sofía volvió a dibujar toda la tarde. Esta vez rompió muchos papeles hasta terminar el que le llevaría a su papá.
En la cárcel las revisó la misma mujer policía. Les hizo sacarse la ropa, husmeó las galletitas, dio vuelta la cartera de la mamá. Tomó el dibujo de Sofía y durante un rato largo, demasiado largo, se quedó mirándolo.
–Pueden pasar –dijo al fin. Y les devolvió el dibujo.
Antes de las galletitas, antes de contar nada, Sofía se abalanzó sobre el papá y le regaló el dibujo. El papá se demoró un rato mirando la casa, los árboles, el cielo con el sol amarillo y las nubes.
–¿Qué son esos redondelitos de colores?–le preguntó a Sofía señalando las copas de los árboles. Sonriendo Sofía contestó:
–Son los ojos de los pajaritos que están escondidos "
En Educar. Derechos de la Infancia

Sobre Ruth Kaufman
“Nació en Buenos Aires en 1961, vive en Uruguay. Es maestra y licenciada en Letras por la Universidad Nacional de Buenos Aires. Ejerció la docencia en los niveles primario, profesorado y universitario. Coordinó talleres de escritura para niños, adolescentes, adultos, y también para maestros, una muestra de su trabajo en la coordinación de talleres es el libro Agua salada escrito por los niños del Taller de artes integradas de Colonia e ilustrado por el artista español Manolo Hidalgo. Actualmente dirige, junto a Alicia Zaina, la colección "Rincón de Lectura" de la editorial Cántaro. Ha incursionado por distintos géneros: cuento, novela, poesía e historieta.”
EN: De versos y cuentos

Mas lecturas
"Libros para pequeños lectores y grandes curiosos" Entrevista con Ruth Kaufman y Diego Bianchi, de Pequeño Editor. por Roberto Sotelo. Imaginaria. N° 126 - Buenos Aires, 14 de abril de 2004

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